La oruga y la mariquita, un cuento contemporáneo
Érase una vez una oruga y una mariquita. En realidad las dos eran machos. La oruga se llamaba Tufi y era bastante fea porque era toda negra con solo unas rayas verdes. La oruga no podía volar a diferencia de Chupi, la mariquita del bosque. Por eso cuando Chupi y sus otros amigos insectos la querían molestar, como Tufi no podía ni volar, ni correr, sólo podía reptar, se sofocaba muy rápidamente. Ni siquiera podía contar con sus pocos amigos pulgones que eran inútiles, no hablaban y eran ciegos.
Chupi no quería hacerle ningún daño, pero no podía parar de reírse de Tufi que siempre ponía una cara chistosa de víctima sin reaccionar nunca. Tufito vivía días y noches de soledad pensando ser el objeto de burla de todos. Tampoco podía encontrar consuelo en casa de sus padres: era huérfano. Había sido adoptado por una familia de patos que no entendían la manera de ser de Tufi: lo habían aceptado, pero la convivencia era a menudo caótica.
Un día la mariquita quiso hacerle una jugarreta en la escuela. Chupi le escondió su ropa después de la clase de deporte y cuando Tufi salió de la ducha, no pudo vestirse y estaba desnudo frente a todos sus compañeros de clase. Tuvo tanta vergüenza que se escondió en el baño.
Chupi, sabiendo que había hecho mal, quiso ir a hablar con él para prometerle que ya no le importunaría. Pero ya era tarde, Tufi se había encerrado y nadie pudo abrir la puerta. ¿Estaría muerto?
Sus padres patos pensaron que tal vez era bueno para ese pobre Tufi que nunca había conseguido conocer a buenos amigos… La mariquita dejó de ser tan feliz porque dentro de sí misma ya no tenía a nadie a quien chinchar.
Dichosamente, como en todos los cuentos para niños, el hada madrina llegó y abrió la puerta. Todos los insectos del bosque afluyeron al baño donde estaba Tufi y todos se encontraron con una crisálida que poco a poco se iba rompiendo. ¡Puf! Salió Tufi vestido de… mariposa. Se había convertido en una mariposa hermosa, que llevaba un traje de muchísimos colores: rosa, rojo, naranja, amarillo, verde, turquesa, azul y violeta. ¡Chupi no podía creer lo que estaba viendo! Apenas vio a Tufi fue a dirigirse a él. Entonces Tufi entendió que Chupi nunca le había querido hacer daño.
Los dos se fueron cogidos de la mano y… vivieron juntos y comieron perdices.
La moraleja de este cuento es que las mariposas y las maricas se pueden llevar muy bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario